Novela.

Gente, people, y demás. Solo deciros que esta es una novela es sobre One Direction. Esos cinco maravillosos chicos que están todo el día en mi cabeza. Espero que os guste.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cuatro.


-          Estoy muerta.
Dicho esto, Vienna se tiró en la silla de la cafetería a la que acabábamos de entrar. Razón no le faltaba, habíamos estado toda la mañana de un lado hacia otro mirando todo Londres a pie.
-          Voy a pedir, ¿Qué queréis?
-          Una Coca-Cola, o lo que vendan aquí.
-          Susan, aquí existe también la Coca- cola.- dijo Catherine riendo.- Jacky, Beth, ¿queréis algo?- Nos preguntó Vienna, antes de dirigirse a la barra.
-          Yo otra Coca – Cola. – dije.
-          Yo un zumo de naranja.
-          Así me gusta, - dijo Vienna – una chica sana.- y riendo se dirigió a la barra.
Tenía mucha sed. Miré a Susan, que le estaba tirando papelillos a Catherine en el pelo, mientras ésta miraba las fotos que habíamos hecho con la cámara de Jacky. Cuando se dio cuenta, se dio la vuelta y le pego un manotazo a Susan en la cabeza. Parecen crías chicas.
-          Bueno, ¿ahora que vamos a hacer? – dijo Vienna, haciendo equilibrios para que no se le cayeran las bebidas. Me levanté ha ayudarla, ya que las otras no hacían ni el amago.
-          Tenemos que ir a la universidad, os lo recuerdo.
-          Pues decidido, nos damos una pequeña vuelta por el centro y nos vamos a la universidad esa. – dije.
Cuando terminamos de tomarnos las bebidas, salimos de la cafetería y nos dirigimos a una gran plaza, en la que había mucha gente. Íbamos las cinco hablando, cuando de repente nos dimos cuenta de que Jacky no estaba. Miré a todos lados, mientras las otras la buscaban por toda la plaza. Y entonces la vi. Fui hacia ella.
-          Jacky, ¿Qué haces? Te estamos buscando. – Le dije, algo enfadada. Ella no dijo nada.- Jacky ¿me escuchas?- Entonces, levantó su mano y me señaló al frente, a un lugar apartado de la plaza. En él se veía a unas tres niñas, una de ellas llevaba una guitarra, y la tocaba torpemente. Delante de ella había una enorme caja de cartón, y de ella asomaban las cabecillas de pequeños cachorros de perros. Sabía perfectamente lo que Jaqueline amaba a los animales, sé que cuando ve uno perdido en la calle o abandonado, se lo quedaba. Sabía lo que decía aquella mirada.
-          ¿Nos podemos acercar, poooooooorfi?- dijo, poniéndome pucheritos.
-          Vale, pero acercarnos, que te recuerdo que en la casa tenemos dos perros, tres gatos, una tortuga y una cobaya. ¡Oh! Dios mio, cuantos animales, si parece un zoo.
-          Pero te gustan. – dijo.
-          Calla y anda.- dije empujándole. Llame a las chicas para que se acercaran.
Saludamos a las tres niñas, que tendrían unos diez años. Lo primero que nos preguntaron fue si queríamos uno. Yo le contesté que no, acompañada de una mirada asesina de Jacky. En la caja había como diez perritos, súper monos, algunos blancos con manchas, otros marrones, otros negros. Solo había uno blanco entero, y parecía ser el más pequeñito. Jacky lo miró, y se quedó embobada.
-          ¿Por qué los vendéis? – Preguntó Cath.
-          Mi madre no nos deja tenerlos, dicen que son muchos. Y, o los vendemos, o…
-          Lo pillo.- le interrumpió Cath, antes que lo dijera y Jacky empezara a llorar, como le pasaba siempre que sucedía algo de eso con animales. - ¿Cuántos lleváis vendidos?
-          Tres, pero la gente tiene tanta prisa que no se da cuenta de que estamos aquí, y no podemos vender, hemos intentado tocar la guitarra, pero no es que sepamos mucho, y tenemos un micrófono, conectado a un altavoz para que nos oigan pero nada.
-          Parece que vais a dar un concierto.- dije. De repente Vienna se puso a chillar y a saltar alrededor nuestra. Parece que se había drogado.- VIENNA! Vienna, me oyes, ¿te puedes calmar?
-          Tengo una idea para salvar a estos perritos.- dijo, con una enorme sonrisa. Jaqueline se levantó de suelo, donde había estado jugando con los perros, y vino corriendo, quitándose los pelos de su camiseta de los Rolling.
-          No me gustan tus ideas.- dijo Catherine.- Siempre pasa algo malo.
-          Pero esta vez no. – dijo y nos contó su plan.- ¿Qué os parece?
-          ¿Quieres que montemos un mini concierto en mitad de la plaza más concurrida de Londres, solo con una guitarra y un micrófono, para salvar a diez cachorros?- dijo Susan.- Me parece perfecto.
-          Bien, una menos. ¿Jacky?
-          Todo sea por los cachorros. – dijo, cosa que nos sorprendió, ya que no le gustaba mucho cantar en público.
-          Chicas, ¿desde cuando llevamos sin cantar en público?
-          Bueno, si público le llamas a los cuatro o cinco vejetes que se paraban a escucharnos delante de tu cochera, un año. Más o menos. – Dijo Vienna.
-          Si, ¿Estáis seguras de que queréis hacerlo?- Dije.
-          Yo no lo hago.- Dijo Cath.
-          ¡¿Qué?! O Catherine, vamos, hazlo por los cachorros.
-          No, yo no canto, llevo demasiado tiempo sin hacerlo, y no, no pienso hacerlo ahora.- No me extrañaba, desde que sucedió aquello, no la hemos vuelto a oír cantar, se le quitaron las ganas. No ha vuelto a ser la misma.
-          Catherine Isabela Winslett, hazlo por nosotras- dijo Susan, poniéndole ojitos.
-          Que no. – Susan se acercó más a ella, poniendo pucheros, he intentando que alguna lágrima de mentira asomara por sus enormes ojos marrones. – OH! Vale. Pero no canto  mucho, los coros y alguna que sea de rapear, ¿eh?
-          BIEEEEEEEEEEEEEEN! – Gritaron todas. Fuimos hacia las niñas, que nos miraban raro ya que habíamos estado hablando en español. Nos reímos, y les contamos nuestro plan.
-          ¿En serio haríais eso por nosotras?- dijo, la que parecía ser la más pequeña.
-          Claro que sí, cielo. – dijo Cath, dándole un beso a la niña en la cabeza.
-          Bien, vamos a prepararnos. ¿Vais a bailar?- nos preguntó Susan.
-          No, llevo falda, por si no os acordáis. Cantar, y ya está.- dije.
-          Vale, pero tampoco importaba mucho, así le alegrabas la vista a más de uno. – le di una colleja.- Me callo.
Empezamos  a reír, Susan siempre te sacaba una sonrisa.
-          ¿Cuál cantamos? Os recuerdo que  nada más tenemos un micrófono y una guitarra.
-          No problemo, mirad allí.- Dijo Susan, señalando enfrente nuestra. Había dos tíos cantando, para ganarse algún dinero, pensé. Tenían cuatro micrófonos más.
-          Que coincidencia, madre mía. Ahora, a ver si nos los prestan.
-          No te preocupes, Jaqueline y yo vamos para allá. – Dijo Vienna.
Y allá fueron, haciendo el cipote, a por dos micrófonos más.
-          Bueno, ¿Cuál cantamos? – dijo Catherine.
-          ¿Cher Lloyd? - Sugirió Susan.
-          ¿With Ur love?
-          Perfecto, ¿Nos la sabemos todas?
-          Si, creo. Y creo también que Jaqueline la sabe tocar con la guitarra, bueno, Jacky sabe tocar de todo con la guitarra.
-          Cierto. Pues ya está. Mirad allí vienen. Pero, ¿vienen con un tambor?- dije, rompiendo a reír. Vienna venía con una enorme sonrisa, como si hubiera descubierto un continente.
-          Mirad lo que traigo. – dijo enseñándonos el tambor, que llevaba Jacky.
-          Una mierda lo que traigo. Lo traigo yo.
-          Bueno, no nos pongamos quisquillosas. ¿Quién lo toca?
-          ¡Yo!- gritó Cath. – No es un piano, pero también sé.
-          Bien, ¿estáis lista? ¿Cual cantamos?
-          Hemos pensado en “With Ur Love” de Cher.
-          Y ¿que os parece “Bomb”? La de Chris Brown y Wiz Khalifa.
-          Y después la de “Up All Night”
-          Raro era que no hubierais dicho todavía una de esos.- dije.
-          Esos tienen nombre.- dijo Susan, mosqueada.
-          Vale, vale. ¿Y el final? Tiene que haber un gran final.
-          Forever Young. – Dijo Catherine.- Es perfecta.
-          Pero, ¿estás segura? Ya sabes, esa canción, y tal.
-          No he estado más segura que nunca. He venido a Londres para olvidar, pues es hora de que afronte mis miedos. Además, Up All Night, tampoco es que me traiga muy buenos recuerdos, pero, soy fuerte. Venga, vamos, que se nos va el día.
Nos pusimos a colocar los cinco micrófonos, y Jacky y Cath, se sentaron en dos sillas que tenían las niñas, y cogieron la guitarra y el tambor. Vimos como se acercaban los dos hombres que nos habían dejado los micros. Venían con un piano eléctrico, y saludaban a Vienna. Que sociable es esta chica, pensé.
-          ¿Preparadas?- dije.
-          Más que nunca. – Contestaron todas.
Una de las tres niñas cogió el micrófono.
-          Atención, londinenses, estáis a tiempo de ver actuar en directo, a una revelación de la música actual, un grupo que acaba de salir a la luz. Van a interpretar algunas Cover, de nuestros grandes artistas actuales. Señoras y señores, os presento a…- nos miró pidiendo un nombre.
-          Come to dream. – Le susurré.
-          A “COME TO DREAM”
Y empezamos, la gente se iba parando a mirar, para ver si éramos buenas o no. Se iban a enterar. Jacky empezó a tocar la guitarra. With Ur Love.
Tararararantan, tarantán, tararararantan, tarantán…” empezó Susan, como siempre. Miré a mis amigas. Jacky tocaba la guitarra, y miraba las cuerdas, seguramente le daría vergüenza mirar al frente. Susan y Vienna se movía y cantaban al compás, les gustaba esto, no les daba vergüenza actuar delante de diez personas o de mil. “La cuestión es divertirse” decía siempre Susan. Mi última mirada se dirigió a Cath. Miraba el pequeño tambor, y seguía el compás. Tenía los ojos cerrados, quizá aguantándose las lágrimas que le producían los recuerdos que ahora mismo pasaban por su mente, o se estaba preparando para su parte, la del tío, Mike Posner. No lo sabía, ni iba a preguntarle, por que no me respondería. Me preparé. Me tocaba el último trozo antes del estribillo. Y lo canté, la verdad, no cantábamos tan mal. Y cantamos todas, el estribillo. Cuando le tocó a Catherine se le notaba nerviosa, pero se le pasó enseguida. Y así cantamos toda la canción. Cuando terminamos hicimos una mini pausa, y vimos toda la gente que se había arremolinado alrededor nuestra. Catherine cogió los cachorros y los puso delante nuestra para que la gente los viera. Muchos niños se pusieron a acariciarlos y les pedían con llantos a sus padres que les compraran uno. Entonces un señor con un niño de unos siete años en brazos se nos acercó.
-          ¿Cuánto valen?
-          Pregúntale a aquellas niñas de allí son suyos, nosotras somos el anuncio.- dijo Vienna riendo.
-          De acuerdo.- rió el hombre.- Solo una cosa más. Compro uno, si cantáis otra canción más.- dijo tendiéndonos una mano. Nos miramos un momento entre nosotras.
-          Hecho.- dijimos a la vez mientras que le estrechaba la mano al señor.
Vimos como dos señoras se llevaban un perro cada una. Miramos hacia las hermanas, y vimos sus caras de felicidad.
-          Bien, señoras, señores, niñas y niñas. Ahora vamos a cantar otra canción. ¿Estáis listos?
Un “si” se extendió por toda la plaza.
-          Bien, vamos allá.
Cantamos las dos canciones que nos faltaban, e hicimos que toda la gente se pusiera a saltar y bailar con nosotras. Entonces llegaba el final. Terminamos de cantar “Up All Night”, con la cual toda la gente que había allí se había puesto a dar saltos y a cantar.
-          Y bueno, gente, lo sentimos pero esta es la última canción que vamos a cantar. Muchas gracias por haber estado aquí y haber contribuido a la compra de estos cachorros tan monos. – Dijo Vienna.
-          Que fino te ha salido. – le susurré al oído, y empezamos a reír las dos.
-          Bueno, esta canción, es muy conocida, tanto por adultos como para jóvenes. O a lo mejor no, y estoy metiendo un planchazo tremendo, - dijo Susan, cosa que hizo que la gente riera.- Bueno, vamos a cantar “Forever Young”
Jaqueline empezó a tocar la guitarra junto a uno de los hombres de los micrófonos, que tenían otra. Empezó Susan. Cantaba con sentimiento. Ahora Vienna, sonriente, como siempre, moviendo su pelo negro de un lado a otro. Y ahora todas. Cantábamos el estribillo.
“Forever Young, I wanna be, Forever Young. Do you really wanna live forever, forever, forever young.”
Y así, canté yo, después Jacky, y por último Catherine. Terminamos la canción. La gente nos aplaudía, y nosotras hacíamos reverencias graciosas, y les dábamos las gracias. Algunos seguían mirando a los cachorros.
-          Y ahora nos presentaremos.- dijo Jaqueline, a la cual ya se le había quitado la vergüenza. – Esta morenaza de aquí es la espectacular, Vienna Olssön. – Seguido de esto, Vienna le quitó el micrófono y apuntó a Susan.- Esta chica tan simpática y hermosa, es Susan Winslett. – Susan hizo una reverencia riendo, y cogió el micro, y señaló a Catherine.- Esta hermosura de ojos verdes, que además es mi prima, es Catherine Winslett. – Catherine sonrió y le quitó el micro a Susan, seguidamente me señaló.- Esta ricura de niña, que es como nuestra madre es Elisabeth Cooper. – Reí, y cogí el micrófono que ella me tendía, y me giré hacia Jacky.- Y por último, esta rubia, de gran melena rizada es Jaqueline Johnson, la chica más simpática y divertida de la tierra. Y esto es todo amigos. Nosotras somos “Come to dream”.
-          Esperamos que os haya gustado este mini-concierto y que no se os olvide, todo esto es por los cachorros.
A los quince minutos la gente se había dispersado. Fuimos donde estaban las niñas.
-          EH! Chicas, ¿Cómo va eso?
-          Gracias.- dijeron abrazándonos.- Los hemos vendidos todos.
Jacky fue  a mirar la caja.
-          No, todos no, aquí queda uno. Mira Beth, es el pequeño.- dijo sacándolo y cogiéndolo con mucho cuidado.
-          Ese no lo ha querido nadie. No sé lo que vamos a hacer con él.- Dijo, la niña, acariciando al perro. Miré a Jacky, y después a las chicas, que me miraban con cara de pena.
-          Bueno, de acuerdo, nos lo llevamos. ¿Cuánto es?
-          Para vosotras, gratis.
-          Muchas gracias, cielo. Jaqueline coge a tu perro, nos vamos.
-          BIEEEEEEEEEEEEEEN!- Dijo, saltando con el pobre animal en brazos.
-          Lo que no sé es si llegará a casa vivo.- dijo Catherine, riendo.
-          Dirás viva.- le corrigió Jacky - Te vas a llamar Naila.
Y dicho esto nos encaminamos a la universidad. Cuando llegamos nos quedamos sorprendidas.
-          Vaya cacho, de pedazo, de universidad.- Dijo Cath
-          No lo hubiera dicho mejor.
Entramos poco a poco. Pasamos por una o dos clases en las cuales había gente dando clases.
-          ¿Todavía están dando clase?
-          Susan, te recuerdo que estamos a 23 de mayo.
-          Ah! Es verdad. Pero si son las seis y media de la tarde. Tienen que estar amargaicos.
-          Seguro.- dije riéndome.
Buscamos a un profesor o alguien que pudiera ayudarnos y nos encontramos con el conserje.
-          Perdone, ¿sabe donde está secretaria?
-          Jovencita, llevo trabajando aquí más de 20 años, creo que lo tendré que saber ¿no?
-          Cierto – dije riendo.
-          Es por allí, - dijo señalando el final del pasillo, con una mano huesuda- tuerzan a la derecha y la primera puerta.
-          Muchas gracias, señor.
-          Podéis llamarme James.
-          Adiós James, encantadas. – dijimos las cinco,  marchándonos.

Veinte minutos más tarde, salíamos por la puerta de aquella enorme universidad, matrícula en mano, la cual teníamos que rellenar y echar en una semana.
-          ¿No vamos ya a casa? – dijo Jacky, sacando a Naila de la mochila donde había estado mientras estábamos en  la universidad.
-          ¿LA HAS LLEVADO AHÍ TODO EL TIEMPO? Creo que no llega a casa.
-          Es que no sabía si podía entrar y me daba cosa dejarla en la calle. Bueno, ¿nos vamos  a casa o qué?
-          Si, que estoy cansada.- dijo Susan.
-          ¿Y cuando no? – le replicó Catherine, que se llevó un manotazo.
Llegamos a casa cansadas, pedimos una pizza y nos pusimos los pijamas. Vimos un poco la tele, pero como no había nada interesante nos fuimos a la cama temprano.
-          Buenas noches – dije entrando en mi cuarto. Quité la colcha, me metí dentro de la cama, y poco a poco, me dejé caer en los brazos de Morfeo.

martes, 8 de mayo de 2012

Tres.

Estaba atardeciendo cuando enfilé la calle dirección a mi casa. Desde que salí de casa había pensado en todo. En nuestra nueva vida aquí en Londres, en todos los amigos que habíamos dejado en España, en si encontraríamos trabajo, por que el dinero no llueve del cielo, en ese "solo amigos" que lleva atormentandome tres años, y ese 2 de Junio. Faltaban apenas una semana para que hiciera un año. No quiero recordar ese día. Note algunas gotas en mi cara.Me aparté rápidamente las lágrimas. Intenté no pensar en eso más, ahora mismo tenía ganas de llegar a casa y darme una buena ducha. Cuando estaba llegando a mi casa, noté que me observaban, me di la vuelta y no vi a nadie. Me fijé en que había un coche aparcado en la casa de enfrente. Ahora que me acuerdo, cuando llegamos no había nadie en esa casa. Según los tíos de Vienna, en esta urbanización suelen vivir famosos, así como cantantes, actores y demás, y por ello casi siempre estaban de giras o en otros pises, con lo que no les veriamos mucho. Me pregunto quien vivirá allí. Bueno, seguramente un famoso comercial, que se cree mejor que todo el mundo y que puede tener a todas sus chicas a sus pies o una plástica con silicona en todos los lados de su cuerpo que se creen mas guapas que nadie. Bueno, no me importaba mucho. Además, si no había gente, mejor para nosotras. No nos molestarían, y nosotras podiamos molestar todo lo que quisieramos. En ese momento empezó a sonar la canción de "Eenie Meenie" de Sean Kingston y Justin Bieber,  una de mis canciones preferidas. Me motivé y empecé a bairlarla como si la vida me fuera en ello, hasta llegar a la puerta de la casa. Toqué al timbre, ya que me había olvidado las llaves y me abrió Elisabeth en pijama.
 *Narra desconocido.*
Por fin en casa. Que ganas tenía. Fuí a la cocina a por un helado, y al pasar por la ventana me dí cuenta de una cosa. Al mirar por la ventana me fijé, en que en la puerta de la casa de enfrenten, la de los Señores Ölson, había dos Vespas y un todo-terreno aparcados. Que yo sepa los Señores Ölson ya no vivían allí. La habrían alquilado. Ya iva a volver al salón cuando vi, llegando a la casa a una chica. Estaba bailando, poniendo todo su empeño en ello. Sonreí. No se le veía bien la cara, pero aún así, me percaté de que no era de aquí, ya que nunca la había visto.
- Cariño, ¿has visto que tienes una nueva vecina?
- Si, me he dado cuenta. Pero no es una, son cinco, creo. Ayer las vi salir a todas.
- ¿Que te paece si luego vamos a saludarlas?
- Perfecto, ahora después vamos.
Me fuí al salón, y nos tiramos una hora más o menos viendo la tele, y haciendo el tonto.
Cuando fuí a la cocina, para beber agua, me paré junto a la ventana. Me quedé mirando la casa de los Ölsson, cuando de ella salieron cuatro chicas. Todas iban muy guapas, o eso podía apreciar desde esta distancia. No veia a la chica de esta mañana. Me iba a apratar de la ventana, cuando de la casa de enfrente salío, una chica corriendo, y gritando. Era ella. Cuando llegó a donde estaban las otras, , se acercó a una ella, y empezaron ha hablar y hacer el tonto. Y así se perdieron al girar la esquina.
- Amor!- chillé.- Creo que las nuevas vecinas han salido.
- Pues iremos a saludalas mañana por la mañana. Ahora vé a prepararla comida, que tengo hambre.- gritó.
- Ya voy! ¿Sabes si hoy vienen los chicos?
- Creo que si, me dijeron que venían a comer.
- Vale, pues llámalos y preguntales.
- Vale.
Y me dirigí ala cocina, pensando en lo que íbamos a comer hoy.
 *Narro yo*
Cuando entré a casa, después de que Elisabeth me abriera la puerta, me encontré a Vienna tirada en el sofá de cualquier manera y a Jaqueline en el sillón con un enorme bol de cereales. Elisabeth y yo, nos paramos a admirar la escena.
- ¿Y Susan?- pregunté.
- Arriba, no se ha despertado aún. Ya sabes lo dormilona que es. Aunque a ti, nadie te supera, ¿eh?
- Voy a despertarla.- dije mientras reía y subia las escaleras hacía el cuarto de Susan.
Cuando entré me la encontré espatarrada en la cama, de una forma un tanto extraña. Lo que hice a continuación fué un impulso involuntario. Me tiré encima de ella, en plancha, aplástandola.
- AAAAAAAAAAAAH! Socorro, sálvame.- dijo,  gritando en español. Siempre que hablábamos entre nosotras lo hacíamos en español, nos resultaba más comodo.
- Saaaaaalvame, soy un naufrago.- empecé a cantar.- OH! Susan, mátame, ¿has visto lo que acabo de cantar? Me he autocreado un trauma.
 - Si, Cathy, todo lo que tú quieras. Pero ¿¡PUEDES QUITARTE DE ENCIMA!? - dijo moviendose para todos los lados, lo que hizo que nos cayéramos. Empezamos a partirnos el culo, las dos solas.
- Bueno, ¿bajamos a desayunar?- dije, una vez que habiamos conseguido parar de reír.
Las tripas de Susan empezaron a sonar.
- Creo que eso es un sí.
Bajamos las escaleras corriendo, me moría de hambre. Cuando llegamos a la cocina, estaban allí todas.
- Bueno chicas, he pensado una cosa.- Dijo Elisabeth.
- Dime Eli.- dijo Jacky. Un cereal se estampó contra su cabeza.
- Sabes que odio que me digan eso. Tolero Lisa, Beth, Lis o Elisabeth, pero Eli lo odio, y lo sabes, muy bien. Quelly.- dijo, resaltando la última palabra.
- Vale, ya me callo.- dijo Jacky. Odíaba lo de Quelly, y Beth se la había debuelto. Todas empezamos a reir. La verdad era que todas nos habíamos puesto motes, acortado nuestros nombres o nos llámabamos por los apellidos.
- Bueno, ¿Vas ha decirnos ya lo que habíamos pensado o nos esperamos a que termines de pelearte?- dijo Vienna. Mientras ellas estaban en esta pequeña discusión, Susy y yo nos habíamos entretenido en separar los cereales por tamaños. Creo que el habernos caido de la cama nos habia afectado.
- ¡EH! Señoritas Winsletts. - Gritó Beth. Susan y yo levantamos la cabeza. Por si no os lo hbaía dicho, éramos primas, por parte de padre.
- Disnos, Señorita Cooper.- Dijo Susan.
- Que os voy a contar lo que he pensado. Mirad, ¿cuanto tiempo llevamos en Londres?
- Pues, si vinimos a principio de Mayo,unas tres semanas, más o menos. Por que hoy es 23 de Mayo. Si, unas tres semanas.
-Bien, y en todo este tiempo que llevamos aquí, ¿Hemos visto Londres?- nos quedamos un rato pensando. Todavía no lo habíamos visto Londres, ni el Big.Ben, ni el London Eye, nada de nada.
- No, no lo hemos visto, pero es que con lo de la casa y todo.
- Pues por eso, hemos venido aquí, estamos en verano, y hoy nos vamos a visitar Londres. Todas. Osea que ya estáis subiendo para vestiros, que en una hora nos vamos.
- Vaaaaaaale.- dijimos todas a la vez, y subimos en manada escaleras arriba.
*Narra Jaqueline*
Nos metimos todas a ducharnos, ya que por suerte, en esta inmensa casa, cada una teniamos un baño en nuestra habitación. Ahora mismo, Catherine y yo nos encontrabamos en el armario.
- Yo no quiero ir.-  dijo Catherine.- no tengo ganas de andar.
- Tu vienes como me llamo yo Elisabeth Cooper.- dijo entrando en el armario.
- Pe-pero...
- Ni peros ni peras. Vienes y punto, o no vuelvo a comprar chocolate mientras que me acuerde.- dicho esto, Cath se calló.
- Esgberougberogberlgb, cabezona- susurró.
-¿Has dicho algo?
- Que te quiero.- Le dijo, mostrandole su mejor sonrisa. Le habían quitado los brackets una semana antes de venir.
Nos vestimos, todas, y fuimos saliendo por la puerta. Sólo faltaba Catherine.
- EH! Esperadme.
Iva así:

 - Te pesa el culo.- le dijo Susan, y Catherine se montó encima suya y empezaron ha hacer el gilipollas. "Raro" pensé ironicamente. Susan iba así:


- Chicas parad.- dijo Vienna, que las empujó y por poco se caen. Susan corrió detrás de ella para pegarle, mientras Cath se partía el culo. Vienna iba así:

- Parecen niñas chicas.- dijo Elisabeth llevándose una mano a la cabeza.- ¿¡QUEREIS PARAD!?- les gritó.
- Si mamá.- contestó Vienna. Poniendose al lado de Beth.- Que guapa vas hoy.
- Pelotera, no te voy a comprar nada. - dijo riendose. Elisabeth iva así:



-¿Y a mi? - dijo Susan.- Un  helado de fresa me comprarás, ¿no?
- Yo quiero uno de chocolate.- dijo Catherine.
- Y yo otro.- dijo Vienna.
Yo me empecé a partir el culo, pobre.
- Jacky, cabrona, no te rías. Además chicas, tendremos que pasar por la unversidad para informarnos, ¿eh?.
- Si, que si no, no nos apuntamos, y nos hacemos unas incultas.
- Pero si ya lo eres, Susy, ya lo eres. - le dijo Catherine. Y Susan empezó a correr detrás de ella calle abajo.
- Que bonita tu camiseta.- me dijo Vienna.
- Pues me la regaló por mi cumpleaños una niña muy fea, no me acierdo como se llamaba. Vanna, o Vinna. Algo así.
- PUTA!
- Yo también te quiero.
- Pero ¿de verdad te gusta?
- La duda ofende, ¿sabes?- dije riendome. Yo iba así:


Y bueno, ibamos camino al centro de Londres, haciendo el gilipollas. Felices, las más felices del mundo.
- Mirad a Catherine.- nos dijo Elisabeth. Miramos en su dirección. Estaba bailando con Susan, y cantando a grito pelado, desafinando a posta y pegandole collejas a ésta cuando le insultaba.
- Y pensar que falta menos de una semana...- dijo Vienna.- ¿Creeis que pensará en ello?
- Todos los dias. Se le ve en los ojos. Además, creo que cuando piensa en ello, sigue llorando. Pero sabe que tiene que ser fuerte. Se hace la dura, pero todas sabemos como es.
- Es fuerte, muy fuerte. Y nosotras lo sabemos, sabemos por todo lo que ha pasado. Y por lo que hemos pasado nosotras, y por eso, ella sabe también, que vamos a estar siempre a su lado. ¿EH chicas?.
- Si. Pero, no ha vuelto a cantar.
- Eso es lo malo. Y si lo hace, es cuando nadie le ve. Y no es la misma. Pero creo que hemos hecho bien al venirnos. Si, hemos hecho muy bien.
Y diciendo esto, nos adentramos en el corazón de Londres.






















martes, 1 de mayo de 2012

Dos.

- ¿Como que nos vamos a Londres?
- Mis tíos tienen una casa, la cual venden o alquilan, ya según veamos. Al cumplir los dieciocho nos vamos. Si quereis, claro.
Nos miramos todas. A mi no me hacía mucha gracia, no podia dejar a mis padres solos.
- Chicas yo no sé si voy a ir.
- Venga Catherine.
- Es que, no quiero dejar a mis padres solos.
- Bueno, tienes tres años para pensarlo. ¡Ah! Otra cosa, a partir del año que viene empezamos a trabajar.
- ¡¿COMO?!-dijeron todas.
- Lo que oís. Pero por un sueño todo se hace, ¿no?Además, allí están las mejores academias de baile, arte dramático, y las mejores universidades.-Dijo Vienna mirandonos a los ojos. Eso era cierto, nuestrop sueño era poder estudiar eso. Jaqueline y Susan, querían estudiar filología inglesa, Vienna y yo, enfermería y Elisabeth, quería estudiar aviación. Pero había algo que nos unía a todas, y era el espectáculo. Normalmente, cuando nos aburríamos, montabamos una pequeña actuación en nuestro barrio. Susan y yo cantábamos, Vienna y Elisabeth bailaban y, Jaqueline, tocaba la guitarra, ya que era la única que sabía. A veces, cuando nuestros padres no querían darnos dinero, nos poniamos a cantar y bailar en la callle, y la gente nos hechaban monedas, como si fueramos vagabundas. Era divertido, todo en aquellos tiempos era divertido.
 Y así pasaron los dos siguientes años, en los cuales, buscabamos pequeños trabajos para poder pagarnos el billete a Londres. Eramos felices, ibamos acumplir nuestro sueño, y en el instituto nos iba bastante bien. Hasta aquel dia. Aquel trágico 2 de Junio. No quiero recordalo, por que sé que las lagrimas caerán por mis mejillas sin pausa. Solo diré una cosa. Ese dia, mi vida cambió, para siempre. Ese día decidí que debía irme a Londres, solo para no recordar más. Quería empezar de nuevo.  En estos tres años habiamos cambiado un poco, ya no eramos las niñas buenas, todas teniamos algún piercing o tatuaje. Y por fin llegó aquel ansiado dia. El avión despegaba con nosotras cinco dentro. Habíamos conseguido reunir el dinero.  Yo iba sentada con Susan al lado, escuchando música con mi iPod. Jaqueline, Elisabeth y Vienna iban en los asientos de tres del medio. Yo iba vestida así:

Me gusta vestir con sudaderas, pocas veces me ponia tacones y tal. Me sentía comoda vistiendo así. Estabamos en el mes de Mayo pero habían dicho que en Londres hacía mucho frio, y no me hacía mucha gracia.   Elisabeth iba así vestida:
 Su estilo era más pijo. Más formal. Siempre iba muy guapa. Luego, Susan iba así:
 Su estilo era diferente, te podia sorprender, pero simpre iba preciosa. Vienna, iba así:
 
Su estilo era más sport, pero también ssolía vestir muy elegante. Tengo que decir que entre todas teniamos una colección de gorras y chaquetas bastante inmensa. Y por último Jaqueline iba así




 Su estilo era pijo como el de Elisabeth, pero a la vez informal. Y bueno, ya estamos otra vez en el comienzo de nuestra nueva vida, donde nos quedamos, delante de nuestra nueva casa. Ésta se encontraba en una urbanización privada. Si que tenían dinero los tíos de Vienna.
-Bueno, ¿entramos?- dijo Vienna.
- Si, vamos.
Cojimos nuestras maletas, que estaban esparramadas por la entrada,  fuimos entrando una a una. Era gigantesca. No había muebles, así que tendremos que comprarlos. Y las paredes eran todas blancas. Y tengo que decir que soy colorista, así que.
- Chicas. Esto está muy soso. Todo de blanco.- grité, ya que cada una había ido ha explorar la casa por su lado.
- EH! He encontrado botes de pintura de todos los colores habidos y por haber. Pero no hay pinceles ni aguarrás. - gritó Susan, que estaba en el sótano.
-¿Que os parece si vamos a comprar? Además tampoco hay comida, y creo que todas queremos cenar.
- Vienna tiene razón, cojed dinero. Nos vamos de compras, además hay que ir a mirar los muebles, porque camas si hay, pero estos dias tendremos que comer en el suelo.
- Pues entonces, vamos allá.- Dije, y salimos por la puerta.
Todas nos dispusimos a salir del jardín, cuando nos dimos cuenta de una cosa.
- ¿Y a donde vamos? Porque creo que ninguna conoce Londres, ¿o vosotras si?- nos miramos todas y nos empezamos a reir.
- Cierto, ¿y si llamamos a tus tios, Vienna? Y ya que ellos nos guien un poco.- dijo Elisabeth.
- Si, espera que los llamo. - cojió su movil, y marcó. Estuvo unos diez minutos hablando.- Muy bien, gracias tito. Te quiero.- y colgó.- Bien, niñas. Lo primero es coger un taxi.
Y así, nos adentramos por las calles de Londres, viendo tiendas de decoración y ropa, llendo a los supermecados y comprando todo tipo de cosas que una casa necesitaba. Después volvimos a la casa, e intentamos ordenarlo todo. Y así pasaron dos semanas, en las que todas habían pintado su cuarto y las paredes de la casa como cada una quiso, (Imaginaros una casa de colorines) menos yo. No sabía como pintarla, tenía que ser grandioso. Había estudiado Artes en España, como todas las demás, pero me había especializado en dibujo y, por lo tanto, era la que mejor dibujaba y pintaba, aunque no muy a menudo.Y bueno, no sabía como pintarlo, y por tanto, mi cuarto era el único que aún no tenía ningún mueble, ya que hasta que no lo pinte no los puedo poner, porque se mancharían,  y no quiero saber la que me armaría Elisabeth. Por ahora dormía con Susan en su cuarto. Me gustaba su cuarto. Había pintado dos paredes, un enfrente de la otra, de moradas, y alas otras dos le había puesto papel de leopardo marrón, y el techo era morado también. Todo el suelo de la casa era de madera, que crujía al andar. Había pegado su cama a una pared, y enfrente de esta había una puerta. ¿A donde llevará? Pues al armarío, y es que, como todas las habitaciones están en el mismo lado de la casa, todas tienen una puerta, que da a una gran sala, la más inmensa de la casa. ¿Que es esa sala? El armario. Un gigantesco armario, el sueño de cualquier chica. Allí estaba la ropa de las cinco, que no faltaba. Era impresionante. Y ya que teníamos las cinco la misma talla, pues la habíamos mezcloteado toda, y aunque llevaramos aquí dos semanas, ya había ropa y zapatos tirados por el suelo. Como se nota que Elisabeth no había entrado desde ayer.
Decidí ir a correr, necesitaba pensar, haber si así me venía la inspiración. Me vestí:


Cogí mi iPod, lo encendí. Y con la canción de Ed Sheeran, "Kiss me", me perdí por las calles de las afueras de Londres.